Cabanel retrata a un angel celestial que ha sido arrojado a la tierra, de figura masculina, con una belleza idealizada y perfecta, cuerpo desnudo con alas majestuosas, pero lo mas interesante es su expreción facil hay una mezcla de tristeza, rabia, venganza, una lagrima a punto de caer que le da más dramatismo a su rostro.
Lo rodea un paisaje desiertico y rocoso, creando un constraste entre la divinidad del angel y la crudeza de la realidad terrenal.
Este es una de la obras más acertadas de Cabanel, en un tiempo donde se retrataba a lucifer como una figura moustruosa y poco humana.
Estudio anatómico del mismísimo Lucifer, que fue durante un tiempo la mano derecha de Dios. Inteligentísimo y muy hermoso, el ángel tenía un pequeño defecto: la soberbia. Un día tuvo la desastrosa idea de rebelarse contra su creador al creerse igual que él, y la cosa no acabó nada bien.
Is. 14, 12–14
Cabanel fue uno de esos academicistas que siguieron la tradición pictórica (en el caso de Cabanel muy ligada al manerismo) adaptándola al siglo XIX, cuando ya se presentía que el arte empezaba a girar en otras direcciones.
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